Deportar a una persona implica expulsarla o enviarla fuera de un país, generalmente debido a infracciones de las leyes de inmigración o a la comisión de un delito. El acto de deportar puede tener implicaciones significativas para la persona afectada, su familia y la sociedad en general.
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Las implicaciones emocionales de la deportación
Las implicaciones emocionales de la deportación pueden ser devastadoras. La separación forzada de seres queridos, la incertidumbre sobre el futuro y la pérdida de la sensación de pertenencia pueden provocar estrés, ansiedad y depresión en los individuos afectados. Estos impactos emocionales no solo afectan a la persona deportada, sino que también se extienden a sus familias y comunidades.
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